EL
CURIOSO CASO DE LA MARCA “COCA-COLA” = FELICIDAD
Por todos es sabido que Coca –
Cola es la marca comercial más famosa del mundo, ya que es conocida por el 94%
de toda la población mundial, lo cual es muy llamativo porque hay países en el
tercer mundo que desconocen el concepto publicidad, y por supuesto, los canales
de utilización de éste, como la televisión, el cine, la radio o internet.
Cualquier profesional enamorado
del mundo de las marcas no puede en consecuencia pasar de puntillas antes el
fenómeno Coca-Cola. Si bien sigue siendo
la marca más renombrada en el mundo (un
94% de conocimiento de la población mundial supone la nada despreciable cifra
de 5.500 millones de personas y más de 25 millones de establecimientos de venta
del producto en el mundo), ha perdido
posiciones de valoración económica frente a otras marcas, todas
estadounidenses, pero en el sector de las nuevas tecnologías y las
telecomunicaciones.
Efectivamente, en sólo 10 años,
Coca – Cola, ha pasado de ser la marca más valorada del mundo en 2005 a ocupar
un sexto lugar, siendo superada ampliamente por dos gigantes del sector
tecnológico – digital, que se disputan año tras año el primer lugar en la
valoración marcaria mundial: Google y Apple. Tras ellas y a corta distancia nos
topamos con un tercer monstruo tecnológico como Microsoft.
Lo curioso de todo ellos es que
parece ser que Coca – Cola ha perdido posicionamiento principal, incluso en el
sector de la alimentación, cuando ya en varias listas de expertos
independientes en valoración ha sido superada en millones de euros por Mac Donalds,
también norteamericana.
Lo que está claro en toda esta
reflexión es que Estados Unidos sigue marcando las normas o reglas en referencia
al grado de conocimiento del consumidor, pera lo que se antojan absolutamente
principales los canales publicitarios.
De hecho, quién no se ha
preguntado alguna vez: ¿cómo si todo el mundo conoce Coca-Cola siguen estos
señores gastándose millones y millones en actividad publicitaria año tras año? ¿realmente es necesario?. La respuesta es
necesariamente sí: el ser humano por naturaleza gusta de consumir productos que
se ven en la calle, en los carteles, en la televisión, en el cine, cuanta más
publicidad, cuanta más aparición, más ventas futuras…
En torno a la marca y su imagen
se aglutinan el prestigio del producto y de todo lo que le rodea: y es que en
el caso de Coca-Cola, su activo más relevante no son sus 0,3 millones de
empleados, sus espectaculares plantas de la fábrica de Atlanta, ni incluso la
fórmula de la Coca – Cola – basada en una leyenda urbana que década tras década
ha mantenido que es indescifrable, cuando cualquier químico de primer año
podría desentrañar su fórmula-.
Lo que realmente hace atractiva a
la Coca-Cola son sus letras, reconocidísimas y su mensaje de felicidad: “Una
Coca-Cola y una sonrisa”, plasmada en ningún caso mejor que por el mismísimo
Santa Claus en Central Park, cantando eso de “jo, jo, jo, jo…”. Por cierto,
¿sabían que el color rojo de la ropa de Papá Noel viene del rojo de la Coca-Cola?
Pues es cierto ya que en realidad: San Nicolás, el Santo de los Países Bajos,
desde donde se origina la leyenda de un anciano feliz con barba blanca que trae
regalos a los niños en Navidad, vestía de verde.
Tan importante ha sido la
Coca-Cola para el mundo, que ésta ha sabido crear un espacio de felicidad e
ilusión en los niños y en los no tan niños.
La pregunta es: ¿realmente puede
haber un canal publicitario más potente que el deseo de todo ser humano, base
de casi todas las filosofías y sueño de mortales, como es la búsqueda de la
felicidad?
No nos equivoquemos: ese
afrodisiaco de la Felicidad es absolutamente irresistible a efectos de
conocimiento y renombre de una marca. De hecho el 94% de los seres humanos
conocen el producto Coca-Cola, y es que por muy diferentes que seamos a nivel
cultural o racial, lo cierto y verdad es que el ser humano no puede resistirse
a la idea de la felicidad, y en eso hemos de reconocer, que la marca de Atlanta
no tiene parangón.
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