EL CONCEPTO ENTORNO REGULATORIO EN REFERENCIA A
LA INNOVACIÓN EN ESPAÑA
Recientemente, nos
hemos desayunado con una curiosa noticia que ubica a nuestra querida España en
el puesto mundial nº 35 del ranking de países dentro del Índice Mundial de Innovación
2015.
Previamente a
desmenuzar esta noticia, deberíamos desmenuzar el concepto: “entorno regulatorio”,
que en principio no viene a ser sino el marco normativo que proporciona las
bases sobre las cuales las Instituciones se construyen y, que determinan el
alcance y la naturaleza de la correcta participación de éstas en la sociedad.
En sí, es la completa combinación de estatutos y regulaciones legales, reglas
jurídicas y práctica real, encargadas de controlar el cumplimiento de esta
combinación, sancionando los desvíos.
Si el marco
regulatorio es el apropiado, los jueces actúan eficazmente y con celeridad, y
si necesario fuere, las fuerzas y Cuerpos de Seguridad de un país son eficientes,
el mercado internacional creerá en aquél y, a los efectos que a nosotros nos
ocupa, la innovación irá por autopistas seguras, cómodas y ágiles.
Si el marco
regulatorio no es el apropiado, los jueces actúan con lentitud y sin excesiva
contundencia y, la policía y similares se encuentran desmotivadas y sin una
idea clara de cómo deben comportarse ante infracciones reales, el sistema de
garantías será ignorado o rechazado (delincuencia) o totalmente desvirtuado (competencia desleal), y la innovación
de los empresarios en ese país determinado encontrará cabida y causa en países
del entorno, más serios y “profesionales”.
Sólo 8 países de la
Unión Europea tienen un entorno regulatorio peor que el nuestro. Si tomamos en
consideración que ya son comunitarios países como Lituania, Letonia, Estonia,
Croacia, Hungría, Bulgaria o Rumanía, todos ex comunistas y, que Grecia y
Portugal son gobernados por políticos
antiliberales, resulta que nos ubicamos en el último lugar de entre los países europeos
serios y eso a pesar de que el FMI nos cita como el país que más crecerá en
2016 en la Unión Europea, lo que nos lleva a concluir que si bien estamos haciendo
las cosas correctamente en el plano económico, hay dos problemas eternos irresolutos
que afectan de lleno a la innovación de nuestro país: la lentitud de los Tribunales
y el alto coste del despido.
Y es que ¿quién
quiere patentar si el derecho de exclusiva que otorga una patente queda
desvirtuado por el trascurso del tiempo sin una defensa real o cuando es mejor
en tiempos de crisis, reservar dinero para posibles despidos, en lugar de
crecer invirtiendo en I+ D?
Nuestros directivos,
los españoles son, entre los europeos, los que más creen en la mejora
económica, pero para eso necesitamos el apoyo de los países comunitarios de
nuestro entorno. ¿Seguirá apoyándonos Merkel si, como hemos leído esta mañana,
existen posibilidades ciertas de que nuestra cartera de Hacienda la ocupe un integrante de un partido anarquista y partidario de una consulta
independentista y, que la primera medida que adoptaría para España -después de
salir de la OTAN claro-, sería la también salida de la zona Euro?
Si esa circunstancia
tuviera finalmente lugar, quedarnos en el número 35 del mundo a efectos de
entorno regulatorio no es que sería sorprendente, sino sencillamente un milagro, o cómo dirían los anglosajones
un “Act of God”, por mucho que el pobre Dios no tenga ninguna culpa de los
problemas en los que nos metemos los
españolitos.
Rafael Jiménez Díaz
Abogado y Agente de la Propiedad Industrial
FERNÁNDEZ-PALACIOS ABOGADOS