Una de las preocupaciones más relevantes
que acompañan al profesional asesor de propiedad industrial es la de poder
transmitir a nuestros clientes la obligación que tienen de proteger
registralmente el resultado de sus creaciones intelectuales.
La historia reciente está llena de
curiosos supuestos en los que por no proteger una obra intelectual, su creador
ha salido perjudicado claramente en detrimento de un tercero, que con mayor
visión empresarial, ha salido plenamente consciente de la importancia que para
la realidad comercial supone un registro marcario.
Por todos resulta especialmente llamativo
el caso de la que sin duda es la marca gráfica más valiosa del mundo en
términos económicos. Nos referimos al “swoosh” o símbolo gráfico que acompaña
en el mercado a los productos de la
marca deportiva “NIKE”. Y es especialmente curioso, porque en este supuesto se
dan las connotaciones precisas, como para colegir en una existencia la
importancia de una correcta protección marcaria, como fue éste el caso, como
falta de la misma.
Efectivamente, en 1978, Carolyne
Davidson, una diseñadora estudiante de la Universidad de Portland en Oregon,
recibe un encargo por sólo 35$, de un empresario novel, Phil Knight, pata
diseñar la imagen para una nueva marca de prendas deportivas, que aune
elasticidad, velocidad y resistencia, cualidades de todo buen atleta. Para
ello, Carolyne se sirve de la diosa Niké, diosa griega de la velocidad, y de su
mayor representación artística: la imagen que aparece en la proa de una nave en
la que parcialmente se aparece el cuerpo alado y ubicado con un dominio del
espacio realmente magistral en el juego de escaleras de varios pisos en el
museo de Louvre de Paris.
Bien es cierto, que esos 35$ fueron
magníficamente empleados por Phil Knight, quien con una gran labor comercial,
apoyada especialmente por un contrato publicitario millonario con el que
probablemente es el mejor deportista de todos los tiempos, Michael Jordan, fue
adelantando en volumen de ventas a la competencia, especialmente Adidas y Puma,
hasta convertirse en el monstruo empresarial que hoy es.
Pero la pregunta hubiera sido, ¿qué
hubiera pasado si Carolyne Davidson se hubiera protegido registralmente y por
el contrario, hubiera otorgado una licencia de uso en lugar de ceder su obra
creativa?
Abogado y Agente de la Propiedad Industrial
FERNÁNDEZ-PALACIOS ABOGADOS